Pedro Pablo Kuczynski no es un político tradicional. Tampoco es un técnico tradicional. Pertenece a una categoría de ciudadanos que tiene pocos especímenes en el Perú: la de los hombres con vocación de servicio público, un espíritu acaso heredado de su padre, un médico europeo que vino a la Amazonía peruana a luchar contra la lepra y otras enfermedades tropicales y luego a la sierra a combatir la malnutrición. En un país en el que, por lo general, el Estado ha servido para medrar o para procurar negocios propios, una vocación de ese tipo en el Perú no es comprendida o despierta suspicacias.
Como candidato, carece de la fuerza atractiva del que lucha contra un orden de cosas. Carece de la malicia y de la agresividad del político criollo. Su fuerte son el buen espíritu, el conocimiento del Perú y el mundo, manejo de los temas y la claridad expositiva. Virtudes que le permitieron reunir a líderes y grupos diversos pero complementarios dentro de un espíritu de colaboración abierta y honestidad que, si se hace notorio, y si efectivamente logra suscitar la imagen de una "mayoría nacional" allí conjugada, puede disparar la intención de voto. La alegre sencillez del lanzamiento de su candidatura dio la sensación de aportar una cuota de limpieza y buenas intenciones a una campaña electoral que sin duda las necesita.
Por lo demás, estamos ante el único candidato que ha sido capaz de escribir un plan de gobierno. El libro "Perú, ahora o nunca" ataca, entre otros, un tema que, bien aprovechado, puede atraer muchos votos: el gran problema de la informalidad. Plantea que el 80% de los peruanos tenga un trabajo formal, con seguridad social y pensión de jubilación, para el 2021. Ahora solo un 35% lo tiene. Para ello propone reducir el IGV un punto por año (lo que, paradójicamente, permitiría incrementar la recaudación, por la formalización precisamente) hasta llegar a un IGV de 15%; que los nuevos trabajadores ingresen a un régimen laboral distinto con seguro de desempleo y mayor flexibilidad, para fomentar el empleo formal, y reducir 5 puntos en el Impuesto a la Renta a las empresas que agreguen 10% o más de trabajadores a la planilla formal por año.
Y por fin alguien plantea combatir la pobreza no mediante programas asistencialistas, sino aumentando la productividad de la agricultura campesina andina con programas como Sierra Productiva que llevan riego por aspersión, etc. Plantea el escalonamiento de los ríos de la costa para recargar las napas freáticas, una reforma integral de las empresas municipales de agua potable, la creación de una ciudad satelital al sur de Lima, la reagrupación de ministerios, entre otras ideas. Pero, además, precisa el costo de las propuestas: algo que no tiene precedente en los planes de gobierno en el Perú.
(Jaime de Althaus)
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