Los motivos de una separación de pareja a por lo general son muy traumáticos o muy dolorosos para alguno de los miembros o para los dos (infidelidades, engaños, discusiones, maltratos) y los resentimientos impiden que esa pareja vuelva a reconciliarse a pesar de que en muchos casos sigue existiendo amor y cariño.
Cuando la pareja empieza a funcionar mal por los motivos que sean no cabe duda de que es responsabilidad de los dos el intentar llevarla por buen camino, sin embargo no siempre es así y muy a menudo es uno de los miembros el que hace de víctima y otro el responsable de todo. Ante estos dos roles es difícil llegar a un acuerdo satisfactorio.
La víctima se encargará de buscar aliados en su entorno para que sigan achacando al otro la responsabilidad y el sentimiento de culpa ante la situación que están viviendo. Cuando una persona va de víctima en la ruptura implica que no va a hacer nada para resolver el problema, con lo cual está muy seguro o segura de que no es culpable y de que quien tiene que cambiar es la pareja.
Esta actitud no es más que una forma de eludir un problema que depende de dos personas porque una relación es es un compromiso de a dos. Incluso en los casos en los que está muy claro que la contraparte ha cometido un error grave (infidelidad, por ejemplo) el afectado también posee algo de responsabilidad ya que nadie busca a un tercero si las cosas funcionan.
Si no funcionan será por algo y ahí si que tendrá algo de responsabilidad. ¿Porqué mi pareja me ha sido infiel? ¿Cómo he colaborado en ello? Rara vez nos hacemos esa pregunta y nos refugiamos en el victimismo para no enfrentarnos a un problema.
Como consejo y reflexión final, debemos aceptar la existencia de responsabilidad compartida para de ahí partir a una posible reconciliación. Es básico este esfuerzo sobretodo si se trata de una pareja con niños.
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